En ocasiones pareciera que nos da miedo que los niños se equivoquen y corremos a ayudarles, quitándoles esa oportunidad de aprender a resolverlo por ellos mismos, pareciendo olvidar la premisa de que sin el error no puede haber aprendizaje, así de sencillo.
Muchos de nosotros hemos sido educados a través de dinámicas donde el error no era considerado como una oportunidad de aprendizaje cuando, lejos de ello, debería ser considerado como el verdadero motor de nuestro aprendizaje. De ahí a que hoy en día tengamos que resetearnos en este sentido de tal manera que este genere un impacto positivo en la motivación del niño, así como que facilite su aprendizaje.
A continuación te ofrecemos algunas sugerencias para tener en cuenta a la hora de enfrentarnos con el error durante el proceso de enseñanza-aprendizaje con los niños:
1. Acompaña al niño sin interferir en su aprendizaje
Los adultos nos convertimos en observadores y en guías del desarrollo del niño.
Si estamos corrigiendo a los niños a cada momento, creamos en ellos una dependencia hacia el adulto, lo cual impide su desarrollo óptimo.
Es más conveniente dejarlo actuar y no interferir tanto. Será a través de la observación como vayamos conociendo más al niño o a la niña, así como también en qué momentos podemos actuar para ser colaboradores en su desarrollo.
2. No premiar el acierto ni castigar el error
El niño necesita poder integrar los errores como parte del aprendizaje, con naturalidad, sin juicios por ello (ni halagos ni castigos), ya que, si es natural en el aprendizaje, no tendría por qué premiarse ni castigarse de ningún modo. Así, el niño se hace responsable de su trabajo.
3. Aprovechar el control de error intrínseco que llevan los materiales Montessori
El control de error del material Montessori permite que el niño sea capaz de descubrir por él mismo si es correcto o no lo que está haciendo. Esta es una característica valiosa e imprescindible de los materiales Montessori.
4. Permitir que los niños tengan esa oportunidad de identificar los errores y corregirlos por sí mismos sin la intervención del adulto
Consiguiendo de esta manera que el niño descubra de forma consciente cómo es que deben hacerse correctamente las cosas. Un ejemplo de esto ocurre cuando un niño intenta ponerse una chaqueta del revés y observa como a la hora de querer cerrarla no puede hacerlo.
5. Conectar con el niño antes de realizar cualquier corrección
Necesitamos asegurarnos de que, ante todo, el niño va a recibir un mensaje de amor y cercanía por nuestra parte. Para ello nuestra actitud deberá ser calmada, debiendo abstenernos de actuar si en ese momento estamos tensos o nerviosos. Mejor hacerlo cuando estemos calmados.
6. Ayudar solo cuando sea necesario, esperar a que el niño pida ayuda
De esta forma alentamos teniendo la confianza de que el niño podrá encontrar soluciones por sí mismo, entre ellas, la de pedir ayuda.
7. Dejar que los niños trabajen de manera independiente y solos, haciéndoles saber que si necesitan ayuda nos la pueden pedir
Mientras el niño se encuentra realizando sus tareas, el adulto se puede ausentar y hacer otras cosas, dándole espacio y autonomía al niño. Desde ese “otro lugar” donde nos encontremos, también podremos seguir observándolo.
8. ¿Y si el niño se frustra mientras trabaja? No reaccionar al instante
Observaremos primero cuál es su reacción. Si se frustra, pero lo sigue intentando, no actuaremos; si se frustra y pide ayuda, entonces acudiremos.
9. No interferir para alabar, para castigar o corregir errores. Preguntar de forma curiosa
La corrección del error por parte del adulto hacia el niño puede generar un sentimiento de inferioridad desalentadora y una falta de confianza en sí mismo. Es por ello por lo que buscamos alternativas de tal manera que podamos, a través de un lenguaje positivo, ayudar al niño en este sentido. Se trata de ofrecer alternativas, de transformar algo aparentemente poco apetecible en algo que le puede motivar, de darle la oportunidad de descubrir el error por él mismo.
Las preguntas ayudan a captar su atención, mirarle a los ojos o ponernos a su altura.
10. Sé tú el mejor ejemplo a seguir
Nosotros también podemos equivocarnos, y es bueno que el niño lo vea. De esta manera podrá ver que el error forma parte de la vida, que no es malo ni bueno, y que todos, tanto niños como adultos, podemos equivocarnos.
Si deseas profundizar más en esta revolucionaria pedagogía, te invitamos a descubrir nuestra propuesta de cursos online:
¡Serás muy bienvenida/o!